Ese feminismo no tan feminista / That not-so-feminist feminism

Ese feminismo no tan feminista…

El feminismo es un movimiento lamentablemente incomprendido; muchas personas lo confunden con un equivalente femenino al machismo, lo cual sería más bien hembrismo. Consideremos la opinión de Juan Plaza sobre este neologismo español: el machismo sería el rol de dominador que reproducen los varones mientras que el hembrismo sería el rol de dominada que reproducen las mujeres.* En ambos casos hombres y mujeres estarían aprovechándose de estos roles sexistas para su propio beneficio.

       En realidad, el feminismo busca la igualdad de condiciones entre hombres y mujeres, y si tiene la palabra “femenino” en su etimología no es porque considere superior a dicho género, sino porque fue un movimiento iniciado por mujeres que buscaban hacer valer los derechos que por gran parte de la historia les habían negado sólo por su sexo – como el derecho al voto -; y porque reconoce que actualmente muchas mujeres siguen sufriendo desigualdades que deben erradicarse.

     De acuerdo con esta definición de feminismo, yo mismo me considero feminista y aplaudo sus esfuerzos. Sin embargo, si bien este feminismo es indudablemente necesario y relevante para nuestra sociedad actual, hay que contrastarlo con las acciones excesivas que a veces ciertos “feministas” cometen y que le hacen tanta mala fama al movimiento. A veces es muy difícil establecer el límite de cuándo un acto feminista se pasa de hembrista, o simplemente es incongruente.

     Tomemos por ejemplo un caso reciente muy sonado en México; la periodista que se ofendió porque un taxista la llamó “guapa” en la calle, por lo que lo denunció como acosador. El hombre en cuestión terminó pasando una noche en el penal ya que no tuvo el dinero suficiente para pagar la multa. Muchas opiniones encontradas han florecido respecto a este caso en las redes sociales; están aquellos que defienden a la periodista argumentando que lo que hizo el hombre sí fue acoso y que ella tenía todo el derecho del mundo a quejarse en nombre de todas las mujeres constantemente acosadas con los piropos y acercamientos impropios de muchos hombres; y también están los que la llaman una feminazi, una exagerada que se ofende por nada y que debería de agradecer el cumplido en vez de hacer tanto escándalo.

     Pues bien, mi opinión al respecto es esta; por una parte reconozco que yo no presencié la situación como para juzgarla como experto y puedo darle a ella el beneficio de la duda ya que no sé la forma como el taxista le dijo “guapa” que pudo haberla ofendido tanto; y además estoy completamente en desacuerdo con aquellos que la califican como feminazi o que le dicen que ni siquiera está guapa, que le hacían un favor, etc; ya que con dichos comentarios machistas sólo desacreditan sus argumentos. Por otra parte, sí me parece un tanto exagerado reaccionar de esta forma por un simple “guapa” cuando ella bien pudo aceptar el cumplido y seguir su camino – y si el hombre insistía y la seguía importunando, entonces sí podría haberse quejado de acoso con toda la razón del mundo.

     Pero lo cierto es que el hombre no la persiguió ni le dijo nada más; de hecho fue ella la que se regresó a echarle bronca y decidió denunciarlo con una policía que pasaba por ahí. ¿No fue, en efecto, un tanto exagerado, y hasta prepotente el acto de esta mujer? Surgen muchas preguntas que llevan a pensar que sí: ¿Es justo juzgar a un hombre que le dice “guapa” a una mujer de la misma forma que juzgaríamos a otros hombres que persiguen mujeres, las tocan sin su consentimiento o les coquetean continuamente cuando ellas les han dejado claro que no están interesadas? ¿Las personas ya no pueden expresar su interés por otras porque serán denunciadas por acoso? ¿Cuándo termina el coqueteo y comienza el acoso? ¿Si el hombre hubiera sido atractivo para ella, igual lo habría denunciado por acoso o bien habría aceptado halagada su cumplido? ¿Juzgaríamos de la misma forma a una mujer que le dice “guapo” a un hombre en la calle?

     

     Y aquí entramos en terrenos engorrosos: los excesos de este mal entendido feminismo llevan a un doble estándar que reprocha ciertos actos en un hombre pero acepta los mismos en una mujer; los hombres resultamos, irónicamente, más discriminados que una mujer en ciertas circunstancias.

     Yo considero como hipócrita e incongruente la actitud de una mujer que exige ganar lo mismo que un hombre en el trabajo pero espera que él siempre pague la cuenta; que exige tener las mismas oportunidades que los hombres pero defiende que existan vagones y asientos del transporte público reservados para ellas, como si ser mujer fuera igual que ser una persona anciana o discapacitada. ¿Y qué podemos decir de las cuotas de género? Se han establecido leyes que exigen que en ciertos puestos públicos haya el mismo número de hombres y mujeres. Esto significa que muchas personas estarán siendo aceptadas en dicho puesto no por su talento o habilidades sino por su sexo.

     Ningún argumento a favor de la “discriminación positiva” ha logrado convencerme hasta ahora. En mi humilde opinión, la discriminación nunca puede ser positiva, y si para concederle derechos a un sector de la población, tienes que quitarle los derechos a otro, entonces tus políticas de “igualdad de género” no están funcionando muy bien. Tenemos que ser congruentes con el feminismo actual; no hay necesidad de que los hombres seamos discriminados para que las mujeres gocen de los mismos derechos y oportunidades que nosotros.

     Tal como lo expuse al principio de este artículo, yo sí me considero feminista, pero también masculinista, porque tengo la perspectiva como hombre de todas las desigualdades que cualquier forma de sexismo, ya sea machismo o este hembrismo disfrazado de feminismo, provoca también en los hombres: resulta que por ser hombres todos somos más propensos a ser criminales, pederastas y acosadores sexuales; por ser hombres tenemos que ser siempre la figura de poder y autoridad y el sustento de la familia; no se nos permite ser débiles ni dedicarnos a ciertas profesiones o preferencias porque son muy “nenas”. El sexismo es malo para ambos géneros, y el feminismo no debería convertirse en una lucha para decidir cuál sexo es mejor, o quién sufre más que quién y merece más concesiones. Hay que ser congruentes y hombres y mujeres luchar unidos por un mejor futuro para todos, un futuro en el que en verdad nuestro género no tenga que limitar de ninguna forma nuestras libertades individuales.

Ferdinandus

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That not-so-feminist feminism…

Feminism is a sadly misunderstood movement; many people confuse it with a feminine equivalent to machismo, which in fact would be hembrismo. Let’s consider Juan Plaza’s definition of this Spanish neologism: machismo would be the dominating role that men reproduce whilst hembrismo would be the dominated role that women reproduce.* In both cases men and women would be taking advantage of those sexist roles for their own benefit. 

     In reality, feminism wants equality of conditions between men and women, and if it has the word “feminine” in its etymology it’s not because it considers superior this gender, but because it was a movement initiated by women who wanted to assert the rights they have been denied for a great part of History only because of their sex – as the right to vote -; and because it recognizes that today there are many women who still suffer inequalities that have to be eradicated.

   

 According with this definition of feminism, I consider myself a feminist and I applaud its efforts. However, while this feminism is without a doubt necessary and relevant for our current society, it has to be contrasted with the excessive actions that some “feminists” commit some times and that give the movement such a bad fame. Sometimes it’s hard to establish the limit of when a feminist act becomes sexist, or simply incongruent.

     Let’s take as an instance a recent case very well known in Mexico; a female journalist got offended because a taxi driver called her “pretty” in the street, so that she denounced him as a harasser. The man in question ended up spending a night in jail because he couldn’t afford to pay the fine. Many different opinions have flourished about this case in social networks; there are those who defend the journalist arguing that what the man did was indeed harassment and she had all the right in the world to complain in the name of all the women constantly harassed with inappropriate compliments and approaches by many men; and there are also those who call her a feminazi, an exaggerated person who gets offended because of nothing and who should thank the compliment instead of making such a scandal. 

     Well, my opinion thereon is this; on the one hand I recognize that I didn’t witness the situation to judge it as an expert and I can give her the benefit of the doubt since I don’t know the way this taxi driver called her “pretty” which could have offended her so much; and also I completely disagree with those who qualify her as a feminazi or tell her that she’s not even pretty, that they were doing her a favor, etc; as with those sexist remarks they are only discrediting their arguments. On the other hand, I do believe that it’s a bit exaggerated to react in that way because of a simple “pretty” when she might well accepted the compliment and continue her path – and if the man insisted and kept on bothering her, then she could very well complain because of harassment with complete justification.

     But the fact is that the man didn’t persecute her nor called her anything else; in fact it was her who came back to scold him and decided to denounce him with a police officer who happened to be passing by. It wasn’t indeed a little exaggerated, and even overbearing the act of this woman? Many questions arise that lead to think so: Is it fair to judge a man who calls “pretty” a woman in the same way we would judge other men who persecute women, touch them without their consent or flirt continuously with them when they have made clear that they’re not interested? Are people not allowed to express their interest in others anymore since they will be denounced because of harassment? When does flirting end and harassment begins? If the man had been attractive to her, she would have denounced him as well or rather accepted flattered his compliment? Would we judge in the same way a woman who calls a man in the street “handsome”?

     

     And here we get into complex matters: the excesses of this poorly understood feminism lead to a double standard that reproaches certain acts in a man but accept them in a women; we men turn out to be, ironically, more discriminated than a woman in some circumstances. 

     I consider rather hypocrite and incongruent the attitude of a woman who demands to earn as much as a man in a job but expects him to always pay the bill; who demands the right to have the same opportunities than men but defends the existence of wagons and seats in the public transport reserved to them, as if being a woman were the same as being an elderly or disabled person. And what can we say about gender quotas? Laws have been established which require the same number of men and women in public positions. This means that many persons are being accepted in those positions not because of their talent or abilities but because of their sex.

     No argument favoring “positive discrimination” has managed to convince me yet. In my humble opinion, discrimination can never be positive, and if in order to grant the rights of one sector of the population you have to take away the rights of another one, then your “gender equality” politics are not working very well. We have to be congruent with current feminism; there’s no need to discriminate men in order for women to enjoy the same rights as us.

     As I exposed at the beginning of this article, I consider myself a feminist, but also a masculinist, because I have the perspective of a man of all the inequalities that any form of sexism, either machismo or this hembrismo disguised as feminism – provokes in men as well: it turns out that for being men, we all are more likely to be criminals, pederasts and sexual predators; for being men we have to be always the figure of power and authority and the bread-winner of the family; we are not allowed to be weak nor to devote ourselves to some professions or preferences because they are too “girly”. Sexism damages both genders, and feminism shouldn’t become a fight to decide which sex is better, or who suffers more than who and deserves more granting. We must be congruent and men and women fight together for a better future for everyone, a future in which our gender really doesn’t limit in any way our individual liberties.

Ferdinandus