Museo Picasso y el arte vacío

En el museo de Picasso en París hay una exposición de Alexander Calder y Picasso con las experimentaciones abstractas y figurativas de estos dos artistas nacidos a finales del siglo XIX.


La exploración del vacío era uno de sus temas esenciales. A mí no me gusta mucho el vacío, le tengo miedo, por eso soy más de la escuela barroca. Aún así he podido apreciar obras muy interesantes que me invitan a la reflexión.

La verdad, no me gustan esos cuadros como "En perspectiva" de Alexander Calder, que se limitan a representar una línea curva con un circulito negro. En serio, me enfadan.


Aprecio que haya un poquito más de esfuerzo técnico, como en el caso de las figuras humanas de alambre que representan acróbatas, rostros y figuras humanas diversas suspendidas en el aire; una especie de dibujos en 3D, una experimentación que se convierte en el arte de dibujar en el espacio.





Por otra parte, una obra abstracta como "Siete negros, rojos y azul", representa supuestamente "las nociones del movimiento antigravitacional y del espacio en dos dimensiones". Pero... Sin leer eso en el cartel del museo, ¿cómo sabrías tú qué ése era realmente el significado? Sin toda esa explicación, esa obra simplemente se vuelve plana y efectivamente vacía; sólo porque tiene la firma "Calder" es que está colgado en un museo, aunque no queda mal como cortinas de baño.


También tenemos obras de Picasso como este desnudo con crayones.


Para no caer en el comentario cliché de que un niño chiquito podría haberlo hecho mejor, hay que reconocer que su obra fue pionera en este estilo y realmente transmitió un mensaje nuevo en la historia del arte, al representar una ruptura con lo clásico y un nuevo interés por ver el mundo de una forma diferente. La transición de sus conocimientos técnicos clásicos hacia una abstracción más minimalista, como en esta serie de toros, propone un mensaje contundente: hay que saber hacer para luego deshacer.


El museo nos muestra una frase de Françoise Gillot; "Pablo había siempre soñado con una escultura que no tocara el suelo". Esa inquietud por la reducción al minino, por eliminar de la realidad misma sus excesos es muy notoria en el nivel de abstracción de una obra como "Mujer embarazada" que me lleva a pensar en tribus y culturas autóctonas, en una vida en comunidad más simple, mínima, natural, alejada del bullicio y de los excesos de la cultura ostentosa y exageradamente agitada en la que nos movemos normalmente.






Una cita en el  museo  de André Malraux dice que hay un momento en la vida en que las formas vienen solas, los cuadros vienen solos, todo hasta la muerte viene solo. Un pensamiento muy adecuado para estas obras, como un desnudo de Picasso donde todas las formas y los gestos se pierden y quedan reducidos a la nada.


El museo de Picasso nos hace apreciar el legado principal de este artista junto con Georges Braque, el lenguaje pictórico del cubismo, en el que abandonaron técnicas de la representación ilusionista como la perspectiva; y la vida y las figuras humanas se transformaron en figuras geométricas dentro de la tradición del arte ibérico y africano.

Otro elemento interesante que explora el museo de Picasso es el de las bañistas, uno de los motivos preferidos del pintor, desde que en 1926 conoció a Marie Thérèse Walter y comenzó con ella una relación secreta. El motivo de la cabina se volvió una metáfora de escondrijo y el mar la liberación de los cuerpos.

Y sí, muy bonita la metáfora, pero qué feas están, la neta.


Salgo de este museo con una visión más cultivada de este arte del que suelo renegar mucho, básicamente porque no me gusta que haya gente ganando millones por pintar dos rayitas, pero bueno, si te llamas Picasso y tienes todo su trasfondo cultural y técnico, se te perdona.

Otros artistas que se limitan a repetir lo mismo y a colgar los mismos cuadros sosos e infantiles en los museos son sólo copiones sin talento y ya chole con ellos y ese eterno repetir la historia del traje nuevo del emperador. La nueva concepción del arte ha hecho que hoy en día existan obras verdaderamente vacías y no faltan los esnobs dispuestos a pagar groseras millonadas por cualquier basura solo porque está en una galería junto a un cartel con palabras rimbombantes. Pero bueno, allá ellos y su dinero. Ojalá sólo dejen un poquito más de eso para la caridad... En fin, eso ya será tema para otra ocasión.


Ferdinandus


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